El Gobierno promociona el turismo doméstico para que visitemos nuestros lares patrios, que muchos atractivos ofrecen, pero, ¿existe seguridad -ante el embate de la delincuencia- para visitarlo? No, cada día es más peligroso abandonar nuestros hogares y -ni aún dentro de ellos- nos sentimos seguros. Tomemos el ejemplo de Quito, cuyo Burgomaestre nos cobra -de forma obligatoria- la tasa de “seguridad” y analicemos -la actuación- de nuestras autoridades: todavía continúan abiertas las fronteras; no se puede “victimizar” a los delincuentes; se ofrece “amnistía” a una peligrosa banda de asesinos; se “dota” a Quito de 250 policías -casi completamente- desarmados; se destina 82 policías metropolitanos para sancionar “el mal uso” del espacio público; los parques de la ciudad se han vuelto peligrosos; el 75% de los delitos se cometen en el Centro Histórico de la capital; vuelven los comerciantes informales a las calles. Y, como, justificación un funcionario público dice: “No hablemos de reincidencia, sino de habituidad”. Y para “cerrar con broche de oro” el Presidente dijo que “la administración -del Alcalde de Portoviejo- no daba ni para adelante ni para atrás, que era incompetente e ineficaz y que la ciudadanía debería pedir la revocatoria del Alcalde”.
Nos preguntamos: ¿por qué no pide lo mismo para -su coideario- el Alcalde Quito vista su manifiesta incompetencia para el cargo, o qué corona tiene?, ¿en estas condiciones podemos promocionar el turismo desde el extranjero hacia nuestro país? Lo vemos, más que difícil, imposible…