Coincidencia o no, hace pocos días se celebró el Día Mundial del Libro, al tiempo que deploramos el infausto fallecimiento de una de las más grandes glorias de la literatura universal, el laureado escritor colombiano: Gabriel García Márquez.
Emociones ambivalentes para los escritores y, en general, para todos los amantes de la lectura. A propósito y, sin lugar a dudas, el libro debería constituirse en el más fiel e inseparable compañero del hombre (mujer) pues, resulta evidente que es él quien nos conecta con el mundo, nos invita a conocer los rincones más insondables del universo, nos lleva a entender la naturaleza humana… en resumen… nos abre las mágicas puertas del conocimiento y la cultura.
Tanto padres como maestros estamos llamados a enseñar con el ejemplo e incentivar, permanentemente, a nuestros pupilos el maravilloso hábito de la lectura, brindándoles la oportunidad de seleccionar su propio material para deleitarse en sus páginas, vivir sus sueños, recorrer recónditos parajes y solazar su espíritu a través de sus variados, amenos y fantásticos contenidos.
Obligación del Estado es, sin duda, promover esta disciplina, permitiendo al estudiante elegir sus propios libros, en lugar de restringirlos, encasillarlos y obligarlos a leer textos que, muchas veces, podrían resultar contraproducentes, pues al sentirse forzados, se desmotiven y no sean, a futuro, buenos lectores.