Una frase muy suspicaz, lírica y romántica de la Conferencia Episcopal: “Podemos vivir sin oro, pero sin agua jamás”, ¡muy lógico! (¿por qué la Iglesia no pone el ejemplo?)
El Vaticano es el estado más rico y sus majestuosas iglesias alrededor del universo guardan grandes tesoros y costosas obras de arte y sus altares bañados en oro, algo que Dios repudia.
¿Por qué no se despoja de tantas riquezas en bienestar de los pueblos más pobres o indigentes de este miserable planeta llamado Tierra, e imitar el ejemplo de humildad y sencillez del señor Jesús, nuestro Redentor?