La Real Academia Española lo define como la “cualidad moral que nos lleva al más severo cumplimiento de nuestros deberes, respecto al prójimo y de nosotros mismos, gloria y buena reputación que sigue a la virtud”. La corrupción es el camino más corto que los mediocres encuentran para solucionar el futuro de sí mismos y de su familia por generaciones, la honestidad es un valor que va quedando en el olvido; obtener dinero fácil, fama o prebendas de cualquier naturaleza sin merecerlo se hace tan normal que un escándalo tapa otro y “hasta las últimas consecuencias” es un dicho que perdió valor y sustento.
El descubrir o denunciar un acto de corrupción puede llevar al arrepentimiento del denunciante por sus implicaciones y consecuencias que talvez lamentará toda su vida. La honestidad incrementa el respeto por nosotros mismos y el orgullo personal se ve fortalecido, porque así demostramos lo que valemos y de lo que somos capaces. Ser honestos nos convierte en seres humanos con honor y virtudes que nos enaltece aun cuando no haya testigos para dar testimonio de nuestra conducta, la honestidad hace grande al ser humano, incrementa su confianza y desarrolla la voluntad para alcanzar el éxito.
Por desgracia hay muchas personas que se han convencido que la honestidad y la verdad les acarreará desgracias, que ser honesto no vale la pena, que les llevará al fracaso, que la honestidad “es de tontos” y por eso deben pasar al mundo de “los vivos” y oportunistas, de la corrupción y la mentira. La honestidad es de seres excelentes y honorables, es como el águila dorada destinada a alcanzar grandes alturas, enhorabuena los honestos somos