Solo quiero sumarme al homenaje que le rinden sus amigos y la patria ecuatoriana que tanto le debe. El recuerdo más vivo que tengo de él fue cuando, como Embajador del Ecuador en Lima, lo acogí en diciembre de 1994 en mi oficina de Viceministro en Torre Tagle. Fue una gestión referida al último de los choques que enfrentaron a nuestros países, pero nunca a nosotros; a los fieles de esa cofradía espontánea de diplomáticos ecuatorianos y peruanos que estuvimos siempre parados junto al cañón de la paz que ahora disfrutamos gracias a que supimos restablecerla cada vez que la quebramos.
Jamil Mahuad, Pepe Ayala y Diego Paredes; Juan Miguel Bákula, Arturo García y Jorge Morelli son nombres asociados íntimamente a Gustavo Ruales, y a los años que envejecen en nuestras memorias con la nobleza de esa amistad añeja que une a quienes, desde trincheras opuestas, defendimos lo mismo: la paz entrañable que anhelaban ecuatorianos y peruanos, que finalmente supimos forjar en el acero indestructible de las grandes realizaciones.
Honor a ‘Chicho’ y a todos ellos, a quienes aquí, o más allá, abrazo fraternalmente.