Los golpistas de ayer, aquellos que tarde a tarde, noche a noche, salíamos a las calles para acabar inconstitucionalmente con el gobierno de Lucio Gutiérrez, entre los que se contaban muchos forajidos que hoy por hoy están en el Gobierno y en la Asamblea, como el señor Paco Velasco cuyos micrófonos de La Luna dejaron de ser una radio para transformarse en un botafuego con el “verdugo” del Gutiérrez (como se decía) hasta conseguir la “huida” del Mandatario, hoy se curan en sano y protestan y no aceptan el cambio de Gobierno en Paraguay, que lo aceptó con alto espíritu democrático el mismo afectado, el presidente Lugo, cuya moralidad como sacerdote y cuya capacidad como Presidente han estado en duda.
Y se interviene sin tapujo alguno a nombre de la Carta Democrática y se dice que no se aceptará el cambio implementado de acuerdo con la Constitución paraguaya. ¿Por qué intervenimos? ¿Dónde queda precisamente el principio de no intervención en los asuntos internos de un país? ¿Por qué no dejamos que sean los paraguayos y solo ellos los que solucionen su problema? ¿O es que acaso tenemos miedo de que en cualquier momento las situaciones den un giro de esa naturaleza en países como Argentina, Venezuela o Bolivia?
Del Ecuador no digo nada porque, para qué también, me da miedo. Así que por favor seamos coherentes y si antes tumbábamos Presidente libremente y muchos se aprovecharon de esos cambios para ser hoy por hoy el poder total, no nos rasguemos las vestiduras democráticas, si actuamos antes como ellos y quién sabe mañana pasamos por lo mismo. Que Paraguay encuentre por sí mismo su derrotero histórico sin las malas influencias de terceros.