La mañana del martes 4 de septiembre acudí a la Función Judicial para la entrega de claves de los casilleros electrónicos y me impactó, lo que un colega abogado le dijo a otro, al despedirse: “Hasta la próxima humillación”.
Esta frase tiene sentido, puesto que los profesionales del derecho hemos caído en desgracia, respecto de las oficinas públicas, llámense como se llamen, somos objeto de discriminación y quemeimportismo del funcionario de turno, más incluso en la Función Judicial, en la cual, es materialmente imposible poder gestionar el despacho de una causa, por cuanto en pocos días u horas, nos topamos con diferentes jueces, sean: titulares, encargados o temporales.
Lastimosamente eliminan a los buenos jueces de trayectoria y nombran a gente inexperta, como si el juez naciera y no se hiciera, olvidándose que para llegar a ser juez cantonal, provincial o nacional, deben empezar por el archivo, luego ser auxiliares, oficial mayor y secretario, que tampoco los hay, pero no de buenas a primeras designar a jueces sin experiencia alguna.
Por favor que alguien haga algo. Ya lo dijo Ben Jonson: “Las pruebas pesan más en la balanza de la justicia que los más elocuentes discursos”.