Muchas conjeturas, comentarios y elucubraciones se han venido haciendo respecto a la elección de Francisco, el novísimo Papa argentino, tanto en lo concerniente a su nominación como en algunos aspectos relacionados con su vida pasada. Lo importante es que la silla del Vaticano se encuentra ya literalmente ocupada; y, en consecuencia, la Iglesia Católica cuenta con un nuevo gobernante, cuyo origen constituye razón suficiente para que la comunidad latinoamericana y, especialmente argentina, se sienta plenamente orgullosa.
La aspiración de los creyentes católicos es que, su nuevo líder: persona relativamente joven y al que le adornan muchas cualidades, aporte nuevas ideas y soluciones para la consolidación y progreso de su iglesia, poniendo sobre el tapete inteligentes e innovadores proyectos que vayan acordes con el desarrollo y la evolución de la humanidad en todas sus facetas; sin romper, desde luego, los cánones y mandamientos emanados por nuestro Señor Jesucristo.
Felicitaciones a Francisco, a sus numerosos fieles y seguidores y a todo el pueblo argentino por este singular e histórico triunfo.