En el proyecto del Código Penal próximo a dar a luz, con la finalidad de proteger a las víctimas (¿incontables?) se forjan artículos absurdos, de acuerdo con los forjadores del proyecto, el objetivo es que el delincuente cumpla un “debido proceso”, es culpable hasta que se demuestre lo contrario. En una de las barbaridades esta ley considera al médico como un ser divino al sugerir que su trabajo debe ser milagroso, pero así mismo deja claro: un por si acaso quede una secuela de la enfermedad o, la enfermedad sea letal, el médico debe ser sometido al errático Código como un vulgar mortal cualquiera; el delito queda configurado con el siniestro contacto médico-paciente. Se puede sobreentender del disparatado proyecto las siguientes conclusiones: 1.- paciente atendido, paciente libre de enfermedad 2.- sólo se considera legal una causa de muerte: la natural, sin que se interpongan terceros 3.- ante la inobservancia del flamante Código la guillotina del siglo XXI queda lista para ser usada. Estimado compatriota, si usted sufre un infarto durante la vigencia de esa ley y no alcanza a llegar a un hospital, la rapidez del infarto logrará una gran obra de piedad: habrá absuelto a uno o varios médicos que hubieran intentado interponerse entre su fatal destino y la supervivencia en el sumak kawsay.