La gratitud

El 20 de septiembre, el señor Fausto Zambrano se refiere a un “caballero del deporte”, el Dr. Ramiro Dueñas Merino, quien lamentablemente ha fallecido.

De mi parte, ofrezco mis condolencias a su familia y doy fe que el Dr. Dueñas a más de haber sido un excelente ortopedista y traumatólogo, fue un señor, con todas las letras, a quien conocí como paciente en la Clínica –si mal no recuerdo Central-, momentos en los que demostró ser un médico con dotes de gran humanidad.

Mis hermanos (Pepe y Oswaldo), siempre que tuvieron la oportunidad, expresaron haber contado con su invalorable amistad. el segundo de los nombrados tuvo la satisfacción de ser su compañero en el Mejía. En el mismo periódico del martes 20, El Comercio en el apartado –Salud- cita “apoyo a la familia del paciente con alzhéimer”, ante lo cual, doy gracias a Dios de no padecer esta enfermedad, ya que de haber sido así, me hubiese olvidado de otro caballero del deporte, el Lcdo. José julio Barberis, quien como no podía ser de otra manera y a pesar de su edad, se ha puesto al frente de la enfermedad de su señora esposa, actitud que en el tiempo del Señor será recompensada con creces.

De lo que conozco, este maestro fue un enamorado del deporte, en especial del atletismo, siendo formador de juventudes en esta rama. José Julio con su inconfundible mostacho, allá por los años 60 – 70, aterrizó en el Colegio Mejía, y se hizo cargo de la Inspección General, siendo muy acertada su gestión, sin embargo de lo difícil que debe haber sido tratar con algunos estudiantes (entre los que me incluyo), él lo hizo porque tuvo entre otras virtudes, la sabiduría y la entereza necesarias en un escenario de seguro atípico. Para cumplir con su cometido, tuvo el respaldo de las autoridades de turno, de los estudiantes y la ayuda invalorable de sus maestros amigos Jorge Flor, Jorge y Alfredo Reyes, Byron Cruz, Jorge Flores Batallas, Byron Caicedo, entre otros.

De seguro él no se va a acordar de este su servidor, pero lo importante es que yo no me he olvidado de él, la gratitud al maestro y amigo, mi reconocimiento sempiterno.  

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