Las cosas no son como muchos piensan: que Dios creó al hombre sobre la tierra para que viva ochenta años, y durante este tiempo haga lo que le venga en gana, acumule muchas riquezas terrenales y después, tras sufrir algún padecimiento terminal, acabe enterrado en algún cementerio cercano.
El plan de Dios para la humanidad es muy diferente: Él hizo lo que se ve, de lo que no se veía, para que tengamos una vida en abundancia, para que hagamos Su voluntad, para que acumulemos tesoros celestiales y gocemos de Su presencia por toda la eternidad.
El primero es el plan del hombre carnal. El segundo es un plan divino para todos aquellos que con fe, esperan gozosos poder compartir las riquezas de su Reino.