Levinas define la autorreferencia como “una serpiente mordiendo su propia cola”.
El régimen usa su carrusel de partidarios para elegir a más partidarios “mejor puntuados” repartiéndose todos los poderes del Estado. Un CNE monopolizado por el ejecutivo elige a un “Poder de Participación” lleno de más partidarios y así hasta el carrusel gira hasta la náusea.
El truco autorreferencial es reducir lo “ciudadano” a nombre de marca (revolución “ciudadana”, enlace “ciudadano”, veeduría “ciudadana”, etc.). Luego, conformar dependencias “ciudadanas” quiere decir “solo para socios”. Es un círculo autorreferencial cerrado que busca “consenso” (unanimidad) para inclinar el poder en favor del partido de la revolución.
Como dice Silvio R., en ‘Sueño con serpientes’: “Oh, la mato y aparece una mayor”.