Los ciudadanos no deben temerle a sus gobernantes, los gobernantes tienen que temer a sus ciudadanos pues son estos los legítimos dueños de un Estado y de la riqueza de un país, los gobernantes son empleados a sueldo, con muy altos sueldos y privilegios, por cierto, todavía no ha habido un valiente político que proponga que los cargos de los gobernantes sean ad honórem o simplemente se les pague un sueldo básico que les sirva para alimentación, transporte, vivienda, vestimenta y necesidades básicas, nada más, esta propuesta revolucionaria serviría para verificar quienes realmente se candidatizan para servir y no para servirse del poder y de los privilegios que ofrece.
Los gobernantes y las autoridades son elegidos como empleados de los ciudadanos para administrar el Estado y la cosa pública generando riqueza, bienestar y desarrollo que deben llegar y distribuirse en forma equitativa e igual para todos y cada uno de los integrantes del estado. En Ecuador hasta el año 2016 no existe una distribución equitativa ni igualitaria de la riqueza nacional, la riqueza está mal distribuida y no llega a todos por igual.
Ecuador es un país de extremos, existen muy pocas personas demasiado adineradas con poder económico, político y social mientras una inmensa mayoría de ciudadanos siguen en la pobreza sin privilegios de ninguna clase y sin poder económico, político y social que les permita cambiar y mejorar sus propias condiciones de vida. Aristóteles propone tres tipos de gobierno: Aristocracia, Monarquía y Democracia y sus degeneraciones o formas corruptas en: Oligarquía, Tiranía y Demagogia respectivamente. Montesquieu recoge estas definiciones en su clásico libro de sociología política titulado “El Espíritu de las Leyes”.