Quién gana, quién pierde

Ni los unos deben considerarse ganadores ni los otros perdedores. Si se toma en cuenta que hay dos millones de votos por bonos caridad y probablemente otro tanto por burócratas ubicados en las decenas de dependencias estatales creadas por este Gobierno y por lo tanto dependientes del mismo, el eterno perdedor sigue siendo el pueblo que trabaja y suda para pagar impuestos, la empresa privada que genera empleo aunque es duramente atacada, el país entero que probablemente sufrirá las consecuencias de las millonarias deudas adquiridas para la poca obra y gran despilfarro y que no quisiera que la radicalización y la igualdad que el socialismo pregona sea en la miseria de Cuba o en la desolada escasez de alimentos y otros productos en Venezuela.

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