Realmente no entiendo qué sucede en nuestro fútbol, dirigentes gastados, la Federación Ecuatoriana de Fútbol inoficiosa, sin proyección, decidió ratificar al técnico boliviano que ha llevado al desastre completo, igual que los infaltables e insistentes comentaristas que recurren a las probabilidades matemáticas para afirmar que el Ecuador va a clasificar.
Lo mejor que hicieron estos ilustres personajes es terminar las relaciones contractuales con el señor Quinteros y nombrar un técnico con criterio futurista que recurra a las divisiones inferiores, excluya a extranjeros, que se olvide de los jugadores de elite que juegan en el exterior y utilice un millón de dólares mensuales en implementar escuelas de fútbol y por supuesto se olvide de la clasificación y que se resigne a prepararse para el 2 022. No es posible seguir en estas condiciones desastrosas de la realidad de nuestro fútbol, observar los partidos de fines de semana verdaderamente da pena, “espectáculos” a los que asisten máximo mil personas incluyendo policías, espectáculos pobres, sin iniciativas, estadios suspendidos por ataques violentos y a nadie se le ocurre hacer una fiesta el fútbol brindando atractivas presentaciones, números intermedios, alguna gracia para que las familias se involucren, den seguridades, cambiar la programación al día viernes o sábado en la noche, dos partidos el domingo. Algo deben imaginarse estos empresarios deportivos, contraten a profesionales del “marketing”, por Dios hagan algo.
El fútbol está totalmente distorsionado, creen que es el único deporte que existe – no cabe pensar en otra disciplina-, donde 22 millonarios que juegan en el exterior van tras una pelota de “marca”, televidentes anonadados y con una cortina de humo por delante, y regresan a sus clubes favoritos dejando acá una estela de mediocridad y una “sana envidia”, donde el sueldo de un astro gana lo que representa a todos los jóvenes deportistas del país entero.
No entienden que no hemos mejorado ni en técnica ni en organización, cierto es que hemos asistido en oportunidades al mundial, una participación casi medio aceptable que en la práctica deja grandes distancias, nuestro estatus mundial es aparente y mentiroso, la mayoría de jugadores de la selección se ha formado en el exterior, bajo otros parámetros y estándares de calidad, educación, estrategias.