Vamos a pararle el carro a la CIDH”, “Se la tira a muy bacán”. Dos muestras del argot contemporáneo empleado por el Canciller y al Presidente de la República, respectivamente. Atrás quedaron los buenos modales y la educación de los políticos de antaño, lo moderno es vulgarizar las expresiones y granjearse la simpatía de los electores, el populismo en su faceta más recalcitrante. El arquitecto Cordero, nuevo timonel del IESS, y probablemente quien dé la estocada final a esa institución, atribuye el asunto a la frontalidad costeña, lo que justificaría recurrir a la jerga de buseros y camioneros en las actividades políticas y diplomáticas. El estereotipo no es válido cuando sobran costeños frontales y cultos que conocen bien el refrán aquel: “Lo cortés no quita lo valiente”.