Cada acción tomada por pequeña o grande que sea, impacta directamente en el entorno en que nos movemos, ocasionando beneficios o perjuicios.
Madres que con sus acciones defienden la vida de sus hijos ante cualquier peligro, cumplen su misión de salvaguardar la vida impuesta por ellas, si llegarán al término de sus vidas han cumplido plenamente con su cometido, pues su legado llegó a su fin y con ello se conoce el total de su trayectoria.
Recientemente hemos perdido a dos grandes alcaldes, su legado de honradez, servicio y trabajo están a la vista, sus obras pueden ser reconocidas en su verdadera dimensión.
Nos toca como quiteños encontrar los medios que perennicen su legado, reconocidos en dos de sus importantes obras, gravando sus nombres como ejemplo para las nuevas generaciones.
Su industrioso afán para traer mejor bienestar a los vecinos de Quito, demostró la generosidad de su entrega y la mejor calidad de vida que vino con ella, al dotar más agua, mejor educación, amplias vías de comunicación, etc. creando facilidades que originan nuevas fuentes de trabajo, derecho mandatorio de cada ser humano.
Su último adiós logró su mayor victoria gracias al deber cumplido, selló su reputación y honorabilidad ante el respeto y gratitud de sus conciudadanos.