Con mucha complacencia hemos leído el artículo “En memoria de Filoteo Samaniego”, publicado en la página de Opinión el 21 de los corrientes, con ocasión de cumplirse el primer año de la muerte del poeta. Complace constatar que a través de la prensa seria del país se recuerde a una persona que vivió por y para la cultura dándonos, con esa publicación un escape de la atmósfera de violencia, enfrentamiento y pesimismo que hoy ahoga a todos. Y es que Filoteo fue de los muy pocos ecuatorianos que van quedando con los que se pueda conversar sobre todo aquello que está alejado de lo común y de lo vulgar; conversar, digo, porque su charla fue exquisita y amena, sin inútiles pedanterías o ridículas poses, con chispeante gracia, nunca burda ni grosera y siempre jovial. Hombre de clara inteligencia, sencillo y de fácil trato, de amplios conocimientos humanísticos, de generosa disposición para compartir lo que sabía y sus intuiciones. Su mayor preocupación fue descubrir, conocer y entender lo mejor de las manifestaciones de todo lo nuestro para difundirlas y conservarlas. Y a esto dedicó sus observaciones y mayores esfuerzos.