Acaban de cumplirse en Chile los actos principales de la celebración de lo que ellos llaman elocuentemente “Fiestas Patrias”.
Los medios de comunicación internacionales han informado detalladamente sobre varios eventos programados para esta celebración y se combinan temas de contenido popular como las comidas especiales preparadas en las fondas a lo largo del el país, las presentaciones folklóricas en las que destaca la cueca chilena, ceremonias de sentido espiritual como el Te-Deum con carácter ecuménico y el numero central que corresponde a la Gran Parada por el denominado “Día de las Glorias del Ejercito”.
Impresiona la marcialidad, modernidad, gallardía y orden impactante de quienes participaron en el desfile y la forma en que se relacionan las autoridades del país con la jerarquía militar.
En esta jerarquía militar, dos de los tres comandantes en jefe, el de la Armada y el del Ejercito, fueron nombrados por el Presidente Sebastián Piñera, político de ideología diversa a la Presidenta actual y ella, respetó las designaciones y ha desarrollado con toda la jerarquía militar una relación de cooperación, consideraciones mutuas y gran respeto institucional y hasta por lo que vimos al recibir el saludo de las autoridades militares, con muestras del mayor afecto.
No se puede dejar de recordar un pensamiento trascendente del héroe nacional chileno, Bernardo O’Higgins, cuyo nombre lleva la Escuela Militar, quien dijo refiriéndose a esta Escuela: “En esta Academia Militar está basada el porvenir del ejército y sobre este Ejercito la grandeza de Chile”.
La reflexión que surge de inmediato es que son ejemplos que no vienen del Canadá o Nueva Zelanda sino de un país próximo en todo sentido al nuestro y del que deberíamos tomar sabias lecciones para que se impongan la racionalidad y el patriotismo.