La muerte de Robin Williams ha conmocionado a muchas personas en el mundo, especialmente a los que hemos disfrutado con sus películas; pero más allá de que deja un vacío muy difícil de llenar por su versatilidad para la actuación, creo que se debe pensar en algo muy importante.
Vemos cómo la fama y el dinero no son elementos que proporcionen felicidad, ella está dentro de nosotros; cuando honramos las leyes de Dios y de los hombres, cuando nuestra conciencia no tiene nada que reclamarnos, cuando nos sentimos bien con lo que hemos logrado en la vida gracias a nuestro esfuerzo, cuando somos honestos.
Robin Williams fue uno de los mejores actores de todos los tiempos, por consiguiente, tenía todo lo que supuestamente da la felicidad, pero no era feliz. Paradójicamente, en “What Dreams May Come”, su esposa se suicida y por esta circunstancia ella no puede entrar al cielo; espero que no se le haya convertido en realidad el argumento de su película.