Preocupante lo que pasa en Europa y sus países convulsionados por la muerte de sus ciudadanos, la mayoría víctimas inocentes de la barbarie de grupos patológicos. Estos, en vez de trabajar, andan cazando a quien asesinar. Para Francia, -cuna de Montesquieu y Voltaire, paladines del respeto a la humanidad, libertad y división lógica de poderes dentro del Estado para dirigirlo sabiamente-, unas cuantas sátiras plasmadas en caricaturas de autoridades, no representa otra cosa que un culto al buen humor y la saludable sonrisa; no de otra manera habría sido capaz de reunir a millones de gentes racionales y líderes mundiales, en multitudinaria marcha que condenó el fanatismo y el atentado contra la libertad de expresión. Esto de ‘Yo soy Charlie y Yo no soy Charlie’, desnuda la obligatoria división de opiniones que debemos respetar, pero cuidándonos de algún embrión de fanático que difunda la paupérrima opinión de que aquí las caricaturas no se hubieran publicado. Cuando se proyectó “La última tentación de Cristo”, a nadie se le ocurrió salir a matar a los ‘herejes’ y más bien se opinó que “La película debe ser vista en condiciones excelsas desde el primero hasta el último minuto”. Sin embargo, viendo las realidades, habrá que sacrificar en lo posible el humor en aras de la vida.