¡Lo que faltaba!

Nuestra querida patria acaba de sufrir una de las peores tragedias de su historia. Ciudades y pueblos de la Costa quedaron destruidos con el terremoto de 7.8. Cientos de muertos y miles de heridos completaron un panorama dantesco y desolador.

Un país infinitamente solidario, organismos nacionales y países amigos, de manera inmediata, dijeron presentes con toda clase de donativos y auxilios. Valientes rescatistas extranjeros, Cuerpo de Bomberos de Quito y ciudadanos en general prestaron su contingente para salvar vidas humanas y penosamente extraer, en medio de las ruinas, cientos de cadáveres.

En la adversidad, en la angustia, en el dolor y la desesperanza, surge el “grito” de un hombre, grito que simboliza el de miles de víctimas, reclamando y pidiendo ayuda. ¿Y qué recibió como respuesta? El genio destemplado, la actitud prepotente y los exabruptos de siempre, del Sr. presidente Correa: “Aquí nadie me grita o lo mando detenido”. ¡Por amor de Dios!, reacciones de esa naturaleza no se compadecen en un momento como este, ni en ningún otro. Las heridas del alma y el corazón requieren de curas de cariño, comprensión y total abnegación, no respuestas inadecuadas.

Los seres humanos reaccionan de manera impredecible ante sucesos trágicos como los vividos por nuestros compatriotas. No entendió su auténtico dolor. A través de este medio pluralista y democrático elevo con todas mis fuerzas mi “grito” de protesta ante tamaño exabrupto. ¡Lo que nos faltaba!

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