El agitado momento político que vive el país -especialmente para quienes no participamos de su accionar estratégico- es preocupante, porque debido a ello el país se debate en una manifiesta intranquilidad motivada por la falta de diálogo que, sin acomodos personales o partidistas, lleven a consensos en la relación gobierno-ciudadanía.
Las esporádicas reuniones mantenidas, no importa la calidad personal de los participantes, han decepcionado al pueblo ecuatoriano independiente, que por ser el más numeroso, merece consideración y respeto… El autoritarismo agravia a la resistencia y viceversa, cosa que podría llegar a extremos peligrosos para el convivir nacional. La manifiesta desavenencia y malestar se agudiza, e incrementa la dañina fricción.
Los contrincantes -me refiero a los “dueños” o partes de la maniobra política-, desvanecen cualquier dimensión de aquel consenso necesario, con lo que incrementan el desconcierto ciudadano… cuyas consecuencias serán negativas para todos. ¿Podrán… más bien dicho, querrán rectificar?