La falsedad ideológica del régimen no es solo en el caso de El Universo. La participación ciudadana es una parodia absurda y burlona. Las cifras de popularidad con encuestadores comprados están infladas. La impostura de transparencia se demuestra con un 80% de incumplimiento a la Lotaip.
La meritocracia es la pantalla de la dedocracia más desvergonzada. Los veedores neutrales son un parapeto, pues vienen con sueldazos al servicio del oficialismo. La separación de poderes y de organismos de control es un simulacro protagonizado por cínicos testaferros del oficialismo.
Las libres elecciones son una farsa con un solo partido en campaña permanente todo el año con plata ajena manejando a los títeres del CNE.
La regulación es una ficción que esconde una descarada privatización neoliberal del Estado al servicio de la nueva partidarquía.
Pantomima de medios públicos que son cualquier cosa menos públicos y funcionan como sociedades anónimas de propaganda para no rendir cuentas a nadie.
Dolo de SRI confiscador, intevervencionista, inflacionario y destructor de la seguridad jurídica. Sainete de nueva Constitución que no es instrumento del ciudadano contra el abuso de poder sino del abuso de poder contra el ciudadano.
Hipocresía de buen vivir sin dejar vivir.
Apariencia de ecologismo inane con extractivismo depredador y terrorismo de Estado contra las comunidades aborígenes. Dolo de obras públicas contratadas sin concursos y con total discrecionalidad y sobreprecio. Falsedad de soberanía con patria hipotecada al nuevo imperio del mundo. ¿Cuándo terminará esta opereta tragicómica?