La autoridad más alta de IESS, el Sr. Richard Espinoza, al ser posesionado hizo revelaciones públicas que ya estamos olvidando. Colmado de retórica, aseguró que el IESS es financieramente sostenible en 23 años, sin contar con el aporte del Estado del 40% para las pensiones jubilares.
Casi, a día seguido, transparentó su duda y argumentó una atrevida declaración, diciendo que, si faltan recursos en la cuenta de pensiones, recurriría a otra para cubrir su déficit. No contento con ello, hizo otra confesión asegurando que el IESS cuenta con superávit, basado en un estudio actuarial que no lo transparenta hasta ahora.
Con estos antecedentes, y a poco tiempo, el Pleno de la Asamblea finalmente expidió una nueva ley que modificó las bases financieras del Seguro Social, transformó las reservas previsionales a largo plazo por una cuenta provisional, eliminó el aporte del Estado a las pensiones jubilares, congeló las pensiones de viudas, huérfanos y jubilados, desconoció la deuda que el Estado mantiene con el IESS y, por falta de estudios matemáticos respecto a las medidas adoptadas, ahora estaría en riesgo la estabilidad financiera de la institución más importante de protección social en el país. Así funciona el despotismo orgánico, constituido y constitucional; es la sociedad oficial de los gobernantes, pero falta la sociedad democrática de los gobernados.
Hay que reforzar nuestras ideas para rehabilitar la razón de los derechos, y no perdernos en el caos de las preocupaciones y errores dominantes. Después de todo, los gobiernos colocan en las instituciones a funcionarios que son ejecutores de su voluntad.