El Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de las Universidades colocó a apenas tres centros educativos del país en la categoría A. Muchas otras bajaron en el escalafón, unas pocas se mantuvieron y otras subieron.
La noticia causó conmoción en alumnos, profesores y directivos de las distintas universidades, especialmente en aquellas que descendieron de categoría.
Un tema que se comentó es que los parámetros de evaluación de esta ocasión fueron distintos de aquellos empleados por el Consejo de Evaluación (Conea) en el año 2009. Entonces, varias universidades cerraron sus puertas. Hay directivos de las universidades devaluadas de categoría que piensan que pudo haber dedicatoria, mientras las dos universidades estatales y la única privada que lideran la lista de todos los centros de educación superior celebran lo sucedido.
La falta de investigación, los pocos profesores a tiempo completo exigidos por la nueva ley, el bajo número de graduados, fueron algunos de los factores que impactaron a los centros e incidieron en su remoción de categoría.
El país demanda una mejora de la calidad de la educación. Las evaluaciones han de ser objetivas y las universidades ecuatorianas deben asumir un reto fundamental: mejorar, cumplir los requisitos y luchar denodadamente por subir de categoría. Ese es el camino de los próximos dos años, hasta la siguiente evaluación.