La muerte no es más que la prolongación eterna de la vida, siendo este un compendio de emociones, de alegrías y tristezas, de una vida llena de espiritualidades, de honradez, de preceptos morales, de paz, solidaridad y amor al prójimo para que estas virtudes crezcan a la sombra del bienestar y prosperidad de sus semejantes.
Ha muerto Fidel Castro, un personaje polémico en su lucha contra un dictador sanguinario y despótico como fue Fulgencio Batista, quien se autoproclamó dictador en marzo de 1 952 lo que motivó a levantarse en armas, acción que no prosperó, volviendo nuevamente con un puñado de guerrilleros a Sierra Maestra, triunfando la revolución de Castro en 1 959 con el ‘Che’ Guevara, como su lugarteniente.
Una vez defenestrado Batista, toma las riendas del poder Castro gobernando con mano dura hasta el día de hoy, es decir adueñándose de la pequeña isla cubana, manteniendo a su pueblo en la más completa miseria y ostracismo, que se pueda imaginar, este es el más grande legado de penurias que deja Castro a un pueblo sin justicia, sin pan y un buen techo; negándose además a aceptar que EE.UU. le extendiera su mano por su prepotencia y orgullo, sumando así más afectación y embargo económico al pueblo cubano.
¿Se puede recordar así a un hombre que gobernó por 57 años sin una esperanza de días mejores?
Gobernantes, es hora de retomar la democracia. ¡Qué triste haber vivido casi seis décadas sin ella!