Con mucho pesar recibí la noticia de la muerte de Patricio Quevedo Terán, entrañable maestro de cuarto, quinto y sexto cursos del Liceo Internacional. Sus clases de Historia Universal e Historia del Ecuador fueron un deleite de conocimiento y sabiduría. Patricio llegaba todas las mañanas para abrir la mente de sus alumnos a un cuento que narrado con su erudición permitía transportarnos a mundos distintos, épocas pasadas y decisiones que marcaron hitos en el mundo y en nuestro país.
Este maestro, entregado al arte de enseñar y absolutamente convencido de su misión, invitaba a reflexionar, a discutir, a comprender la historia y a amarla como parte de uno mismo. Fueron tantas horas a su lado, creciendo embelesada por todo lo que su mente podía recordar con precisión.
Fueron muchos años de sentir con pesar el paso del tiempo, de esperar con ansias que llegue el día siguiente para poder seguir empapándose de esta humildad del saber, de esta cualidad innata de compartir su claridad de mente con absoluta sencillez, de seguir con la narración del cuento a pesar de que los períodos se acababan y la paz se firmaba al final de la guerra.
Fue un lujo tenerlo como profesor, un placer haber escuchado sus clases y formar parte de sus dinámicas y un honor haberlo conocido como una persona intachable, honesta, entregada a su pasión y a su forma de ver la vida como algo trascendente más allá de lo efímero. Gracias maestro.