María “La sanguinaria” primogénita de Enrique VIII (fundador de la Iglesia Anglicana) en su intento de restaurar el credo católico para sus súbditos, persiguió sin contemplaciones a todo aquel que osaba abrazar el anglicanismo, tiñendo de sangre todo el reino de Inglaterra y promoviendo enfrentamientos fratricidas entre las dos facciones religiosas; a su muerte, asumió el trono Isabel I, quien en aras de pacificar su pueblo, tuvo la sabiduría y la habilidad política de introducir reformas litúrgicas en el rito protestante, acercándolo lo mas que pudo al católico; así las almas devotas no encontrarían diferencias sustanciales, por lo tanto, podrían acudir a cualquiera de las dos iglesias; esta idea le permitió granjearse la simpatía y reconocimiento de toda Inglaterra.
Rafael “el temerario” de la libertad de expresión al igual que María “La sanguinaria” destiló todo su odio en contra de quien no comulgaba con sus ideas, desplegando un arbitrario plan de detenciones y persecuciones en todo el reino de Ecuador y sumiendo al país en un fraccionamiento ideológico de furibundos enfrentamientos dialécticos entre sus gobernados; tras su muerte política, heredó el trono Lenin I, quien tiene la misión de implementar reformas que conduzcan a recuperar la unidad de su pueblo, impelido por su tacto político, deberá intentar, al igual que Isabel I, el acercamiento de las dos ideologías (correismo-leninismo), cumpliendo la premisa de la reina londinense, gobernar para todos.