Elogio de ‘el chacal’
¿No debería ser la objetividad y la imparcialidad características esenciales de quienes están en posibilidad de influir de una u otra manera en la opinión pública y así contribuir a la correcta formación espiritual e intelectual de los ciudadanos? Desgraciadamente, en muchos casos la respuesta a esta interrogante, que parecería obvia, no solo es negativa, sino que más bien el dogmatismo y la intolerancia constituirían la regla y no la excepción, y aún más, un dogmatismo que lleva hasta el absurdo de negar lo innegable y de aceptar lo inaceptable. ¿Cómo explicar sino el apoyo de que hacen gala ciertos gobernantes a sanguinarios asesinos como Carlos ‘El Chacal’ o Gadafi, aduciendo que “defendieron los intereses del pueblo frente al imperialismo”? o ¿cómo explicar sino el rechazo agresivo, también de algunos gobernantes, a toda opinión que no coincida con la que el poder proclama?
Creo que si todos hicieron la plegaria de San Francisco: “Señor: Allí donde haya odio, que ponga amor. Allí donde haya ofensa, que yo ponga perdón. Allí donde haya discordia, que ponga unión!...”.
Podríamos alcanzar el anhelado ideal de una vida más feliz.