El impuesto a la herencia y donación

Uno de los temas relevantes que no fueron materia de debate público, allá por el año fiscal 2008 que tuvo lugar la primera reforma tributaria del presidente Correa, a través de la Ley de Equidad Tributaria, fue la modificación de la tarifa del Impuesto a la Herencia y Donaciones. Anteriormente, la tarifa de dicho tributo fue del 5%, aplicándose a partir del 2008 una tarifa progresiva que llega hasta el 35%, pudiendo ser reducida a la mitad en caso de herederos de primer grado de consanguinidad, no así en el caso de la transferencia en vida (donación). Es interesante observar que, pese al incremento de la tarifa, la recaudación por este tributo es mínima y no se ha visto significativamente incrementada.

Recordemos que uno de los temas controversiales en el gobierno pasado fue la pretendida reforma del Impuesto a la Herencia, la cual no pudo materializarse por la conmoción social que el anuncio generó, sin embargo la ciudadanía no le dio mayor relevancia ya que desde el año 2008 el impuesto sufrió un incremento excesivo. Varios países en el mundo, mantienen este tipo de impuestos progresivos (pero pocos las tarifas elevadas del Ecuador), países en donde las contraprestaciones a sus ciudadanos principalmente en salud y educación son de generosa calidad.

Indiscutiblemente una consecuencia directa de la carga fiscal excesiva ligada al patrimonio, es la opacidad de los contribuyentes al momento de reflejar su riqueza. El presidente Moreno, ha mencionado la promulgación de una ley de repatriación de activos, con la finalidad de conseguir el retorno de capitales al país, la cual para su éxito concomitantemente debe generar un espacio para discutir reformas al impuesto a la herencia, que permitan una recaudación justa, que desestimule la opacidad, consiga el retorno del capital y lo que es más importante no castigue a quienes han formado un patrimonio, que siendo bien habido, la única intención es dejar el fruto del trabajo a los hijos. 

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