Tenemos siempre los seres humanos, diferentes manifestaciones de personas que demuestran su yo interno, su formación en casa, su asimilación de lo educativo, y por supuesto, el uso que han hecho de estos dos factores formadores de la personalidad. Podemos calificar como positivo, una persona que procese lo que recibe, tanto en casa como académicamente. Esto representa una mentalidad sana, ágil, cultivada, y, si adorna esto con una alimentación intelectual permanente, entonces estamos ante un ciudadano valioso.
También hay personas que, a fuerza de incapacidad, de comodidad, se limitan a repetir de memoria lo que leen, lo que oyeron de sus padres, y lo que les dicen personas de su entorno. Aquí estamos ante personas que dejaron endurecer el cerebro, lo dejaron transformarse en un callo, en base al rozamiento continuo de ideas fijas a las cuales no quieren siquiera analizar. Estas son personas que nacen de un resentimiento social que incuba odio a quienes tienen lo que ellos fueron incapaces de lograr. Estas personas, cuando alcanzan cualquier nivel de poder, destilan odio contra sus semejantes, por el simple hecho de no compartir sus ideas.