Cuando niños hubo tolerancia de la sociedad al maltrato. Era aceptable que un profesor diese un “reglazo” o un “coscacho” a un alumno irrespetuoso.
Cuando las discusiones de chicos llegaban a los “trompones”, nuestra inmadurez nos permitía observarlos. Sin embargo, cuando un grandulón intentaba abusar de un flacuchento, no lo permitíamos porque “no eran coteja”.
Desde este año las pensiones de los jubilados serán producto del azar tras el retiro inconstitucional del aporte estatal del 40%, las elevaciones anuales serán menores que en años pasados, ya se redujeron las jubilaciones patronales de exempleados públicos y ahora se planifica establecer un tope a las pensiones “altas”. Para paliar en algo sus errores, un Gobierno grandulón, prepotente y arbitrario golpea a los más débiles, enfermos y envejecidos y no escucha sus reclamos postreros. La sociedad indiferente no comprende que hay que parar la bronca, porque “no son coteja”.