Sí señor, estamos regresando a ser el país pobre que siempre fuimos.
Pobre en productividad, aclaro.
Porque, ¿cuándo vamos a volver a tener ingresos como los que generó el petróleo? ¿La minería? No parece que vaya a ser nada contundente, como lo ha sido el oro negro.
¿La agricultura? Uhhh… pero si nuestra quinua es el doble de cara que la de Perú o Bolivia, y así todo lo demás. ¿Irá a caer maná del cielo en forma de oro en polvo?
No mi amigo, resignémonos nomás, estamos yendo hacia atrás, con varios componentes que agravan la situación: – con muchas deudas con altos intereses, vendida, cobrada y gastada la producción de petróleo a futuro. Estos dos matices sí me hacen pensar que estamos en una crisis muy grande.
Y más: – con una infraestructura estatal, humana y física, que va a ser imposible sostener;- con una telaraña constitucional y jurídica casi imposible de desenmarañar, como no sea con una asamblea constituyente y muchas enmiendas; – con escasos políticos, jóvenes sobretodo, que parezca que van a tomar la posta con altivez,- casi sin partidos políticos;- con una balanza comercial que al estar dolarizados va a terminar dejando vacíos los bolsillos, con la consecuente medida que ello implicará; – con una legislación laboral que asusta a los empresarios, ahuyenta la inversión, fomenta la ineficiencia y provoca el chantaje;- con la corrupción que puede extenderse a lo electoral; – con unas fuerzas armadas venidas a menos (la que siempre fue nuestra mejor institución, a pesar de todo), y – con la frustración de una generación que venía embalada viviendo mejor cada año …
Ahora sí va a haber una migración de fuerzas vivas. Otra vez estaremos abrazados por países que están haciendo mejor las cosas: Perú y Colombia.
Estamos regresando, lenta pero irreversiblemente, a lo que siempre fuimos.