El Consejo Nacional Electoral ha señalado el domingo 19 de febrero del 2017 para la elección del Presidente de la República.
Hay en la ciudadanía inquietud, angustia y también esperanza.
Inquietud y angustia porque no zozobren nuevamente las grandes virtudes, que son esencia y cimiento de la Patria y que son también los únicos caminos por los cuales ella pueda ascender a nuevas cumbres. Hay inquietud y angustia por el peligro que pueden correr de nuevo los derechos que el pueblo, en su oportunidad, conquistó. Un sino siniestro parece empujar a este pueblo hacia el abismo, si ya no ha caído en él. Si aún existe el Ecuador como nación, se debe a la inmensa vitalidad, pujanza y fe del hombre ecuatoriano. Este pueblo no quiere morir. Alfredo Pérez Guerrero, en su cátedra sobre Lecciones de Libertad, nos enseñaba: “Será perjuro y traidor a la Constitución y a las leyes, perjuro y traidor al pueblo ecuatoriano, perjuro y traidor a los permanentes intereses de la Patria, si quien sea elegido hace burla y escarnio de eso, principios que si por vanidad, por mezquina egoísta, por venganza personal, por interés de circulo, amordaza, encadena o suprime la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, y denigra o humilla la dignidad de hombre o grupo de hombres, que no tiene la misma ideología del circulo gobernante”. Este pueblo merece, después de tantos sacrificios y de una lucha de siglos, que sus esfuerzos tengan frutos de paz, de progreso, de verdad.