Así se escuchó en su lecho del martirio y con lo poco que le quedaba de fuerzas, evocó que las obras de Dios son eternas.
En el pandamonio del escándalo y el silencio al pie del Altar de Nuestra Señora de los Dolores, Don Gabriel García Moreno entregó su vida como Santo y Mártir por la Patria. Ese día y que hoy recordamos, conmemora el cumplimiento de una de las profecías que recibió la Madre Abadesa Mariana Francisca de Torres, el 16 de enero de 1599.
Al igual que esta profecía, otras que con el tiempo tomarán su curso hacia una crisis espiritual. Hoy se cumple un aniversario más de la muerte del Presidente. Un hombre ilustre y universal que supo gobernar y quien fue intolerante con la corrupción. Al igual que Santa Mariana de Jesús, derramó sangre por la Patria. Pero con recetas diferentes. La Azucena de Quito, con la mortificación privada y el Presidente con su accionar público y martirio a manos de algunos fanáticos del liberalismo radical.
Hoy es un día que debemos usar para reflexionar sobre el país. Un proyecto político contaminado por delincuentes en lo público como en lo privado no sirve. Ellos que han sembrado desconfianza, han deforestado la economía y han escondido la transparencia en la justicia no sirven.
Gracias a los medios internacionales hemos podido enterarnos de los papeles de Panamá, Oderbrecht y otros malestares. Hoy más que nunca se necesita de la mano como tuvo Don Gabriel García Moreno en su tiempo para limpiar casa adentro.