Si bien hay una norma, esta es demasiado generosa con el constructor y el usuario y brutalmente desconsiderada con el ciudadano… El cielo, el aire, el espacio, el paisaje, la vista son patrimonio de los viandantes y de quienes habitan la ciudad, jamás de quienes promocionan y construyen un proyecto desconsiderado con el bien común y condescendiente con el bien particular, como se puedo observar ahora, en Quito, a lados diestro y siniestro.