Se dice de las personas amantes del arte y la música, que al hurgar en lo más profundo de sus misterios, transponen la frontera del mundo sensible y acceden al suprasensible y es ahí donde anidan la esencia de la vida y los remedios para todas las enfermedades del alma, originadas en el seno de una convulsionada y agitada cotidianeidad; solo tenemos que encontrar el camino que nos lleve hacia esa instancia trascendental y no únicamente la música o el arte nos provee del mismo, sino también el deporte y la lectura practicados con asiduidad y pasión; el libro, es un amigo que te extiende la mano todos los días, su contenido nos traslada a otra dimensión, o quien no ha esgrimido la frase, luego de caminar o trotar por un bosque, “Me he desconectado de la realidad”; el problema es que esta expresión es pronunciada de forma esporádica por las personas; tenemos que desconectarnos todos los días de ese realismo abrumador al que estamos sometidos para alcanzar ese plano metafísico (más allá de los físico).
Si logramos desarrollar estos dos hábitos maravillosos conjuntamente, a manera de fármacos, propiciaremos, un sinergismo de efectos devastadores, que nos revestirán de una verdadera coraza contra la depresión, el estrés, baja autoestima, etc… Salvador Dalí, de la atmósfera de ese mundo suprasensible, capturó sus obras inmortales, cuando sus crisis de esquizofrenia le sumían en un estado de enajenación de conciencia.