Al discutirse en la Asamblea el proyecto de Ley de Reactivación Económica, se hicieron presentes dos tendencias, orientada, una por el “Consenso de Washington” y otra por el “Foro de Sao Paulo”. La primera defiende al empresario y la otra al trabajador; ninguna busca un punto de equilibrio que es lo que las sociedades desarrolladas vienen haciendo. La defensa a ultranza del capitalista y solo de él, pienso que es equivocada porque olvida que entre los factores básicos de la producción está también el trabajador, a igual que de disponerse solamente de trabajadores y no de capital, tampoco es factible crear riqueza.
Este pequeño pero lógico principio, fue subvalorado en el Gobierno anterior a tal punto que se pensó que con premiar generosamente al asalariado, se podían superar los problemas políticos, pero no los económicos, lo cual terminó, en última instancia, ahuyentando a la inversión privada.
Hoy, al discutirse el proyecto de reactivación económica se ha caído en cambio, en querer recuperar “de un solo plumazo” todo el tiempo perdido, olvidando que el Presidente no puede representar únicamente los intereses del sector empresarial, si no de ambos o mejor dicho de todos porque esa es la función de un gobernante sensato.
En otro punto, como el proyecto abarca tantos temas, uno de ellos es la eliminación de los “burós de crédito” para que las responsabilidades de éstos las asuma la Superintendencia de Bancos, bajo el prurito de que vamos a estar mejor, mientras más intervenga el Estado con lo cual los costos operativos, al momento privados, pasarían simplemente a ser públicos.