¿Damnificados a prisión?

Todos estamos conmovidos por los daños materiales y humanos que dejó el terremoto en la Costa ecuatoriana. La gente que ha perdido a sus seres queridos y se ha quedado en la calle tiene el derecho de exigir ayuda oportuna y no solo palabras, para mitigar en algo su dolor y su tristeza. Ellos, más que nadie, pueden elevar su voz ante cualquier funcionario público, incluido el Presidente, para decirle que la ayuda prometida no ha llegado aún, que tienen sed y hambre.

En tales circunstancias suena ridículo que la máxima autoridad del país pierda los estribos y amenace con enviar a la cárcel a los damnificados por gritar sus demandas. A quien lo ha perdido todo, le debe importar un bledo la manida majestad del poder. La absurda amenaza le tendrá sin cuidado.  

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