Mis amigos no me creían que yo comía lechugas y tomates de mi propio patio, sin tener que comprarlos en el mercado o peor aún, en el costoso supermercado. Ahora hasta cosecho mandarinas, tengo miel de abeja y hasta codornices y huevos. No estoy hablando de una finca, hablo solo de un patio mediano, en mi casa que está en el Centro Histórico, heredada de mi abuela.
No soy la única, hay muchos más que partimos de un cursillo dictado por Conquito y aprovechamos los espacios disponibles en nuestros patios para cosechar alimentos. Hay gente que hace de sus huertos domésticos en lugares aún más chicos y tienen resultados. Todos ayudan a alimentar a nuestras familias de forma sana y son productos que pueden ser vendidos.
En la situación económica actual cae de perlas que se pueda sembrar en nuestros patios traseros y hasta en terrazas. Con esto se complementa, o incluso se tiene gran parte de la canasta alimenticia, proveniente de esta actividad. Lo que sí recomiendo es que hay que capacitarse, para obtener resultados con los alimentos que uno quiere cosechar y producir en la casa.