Si un tal señor Maduro sale a gritar en los oídos de los empresarios: “Señores especuladores dejen de esconder los productos que necesitan los pobres”, habría que pensar que los malvados empresarios quieren matar de hambre al pueblo, en unas reuniones secretas en medio de la noche, como en un cuento de Allan Poe, se escucha entre gritos fantasmales: “Dejemos de producir los alimentos que la gente necesita y así la gente deja de votar por ese demonio demócrata llamado Chávez”, entonces al otro día según lo acordado paralizan la producción y distribución de esos productos, la gente en las calles, desesperada, camina cual zombies buscando una caja de leche, o un pollo procesado, pero nada.
Mientras tanto, en el Palacio de la Justicia Maduro y sus superamigos, Fidelito y Raulito, en la desesperación de salvar la patria deciden convocar al pueblo a un nuevo Caracazo, aquel evento en 1989 en el que la gente desesperada por la situación económica protestó en las calles contra otro ineficiente Gobierno, lo único que les detiene es el miedo a que los venezolanos una vez en las calles se den cuenta de quiénes son los verdaderos culpables de la escasez, ellos saben que si no existen los incentivos adecuados para producir, si no hay ningún inversionista con alma de suicida que invierta en una fábrica para procesar los pollos o la leche en Venezuela, simplemente se produce la escasez, solo en un cuento socialista se puede pensar que esos productos se encuentran en los árboles y que un malvado empresario los acapara, lo que sí hay que aceptar es que los socialistas del siglo XXI tienen más imaginación que los que escribieron la telenovela ‘Cristal’, ¡¡tremendo culebrón!!