Mientras más habla el actual líder venezolano, émulo y heredero de Hugo Chávez, más se nota el tropicalismo caribeño extremo, poco preparado, de mal gusto y bufonesco. La vestimenta estridente y chichera, de la que por cierto hacen gala aquí y allá, es reflejo de la conducta que riñe con la de un jefe de gobierno.
La mezcla de “vudú” y espiritismo con las cosas del Estado, una sociedad destrozada en lo económico, político y cultural cuyo líder es un verdadero bufón que da risa a algunos y pena a los más. Inflación por las nubes, dólar de mercado negro a seis veces el oficial, infraestructura que se cae a pedazos, y una constante movilización política que nada produce, todo es fiesta y bochinche.
El país de Bolívar, de Miranda, de Gallegos, de Betancur y tantos más merece mejor suerte.