La Semana Santa conmemora con la muerte de Jesús, el sacrificio del amor y el ejemplo que Él plasma al entregar su vida. El perdón, como primer paso de reconciliación y convivencia, como lo expresa en su oración “perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. En esta semana de renunciación total de Jesús, Chávez al igual que millones de cristianos, que se encuentran enfermos, hacen un dramático pedido por la vida, demostrando la debilidad y flaqueza humana que todos los hombres tenemos y que despiertan la compasión del resto de creyentes. Esta plegaria de compasión debe estar acompañada por el deseo de que Dios ilumine al pedido de Chávez, solicitándole que vea que no se puede juzgar a nadie sin juicio, pues no se puede hablar de fraude antes de las elecciones; que el amor al prójimo no necesita de tanques en las calles; que las amenazas de nacionalización es faltar al derecho de respetar los bienes ajenos y solo por el hecho de simpatizar con su contrincante, que la lid electoral se haga basada en el res-
peto a su oponente sin buscar tomar ventaja de su poder, ya que su desesperado clamor por la vida exige humildad ante la potestad de Dios. Las pasiones humanas nublan las condiciones de vida. Su reconciliación con Dios y ante su conciencia le hará recordar que todos somos necesarios pero nadie es imprescindible y que a la hora de la verdad solo las buenas obras pesan.