Durante (y después) del debate económico, el Gobierno ha sostenido que los ingresos (petróleo, impuestos, etc.) se han utilizado en “inversión” y no en gasto.
Afirmación verdadera, pero solo parcialmente, pues resulta difícil concebir como “inversión” los casi USD 500 millones gastados en la fastuosa sede de Unasur o la compra de un moderno avión privado o los reiterados viajes con viáticos pagados y alojamientos en hoteles 5 estrellas, o el costo publicitario (incluidas sabatinas y publicidad por los medios de comunicación). O el crecimiento exponencial de ministerios y otras instituciones de gobierno con la consiguiente multiplicación de burócratas, cuya utilidad, en muchos casos, es más que dudosa.
En fin, es evidente (aunque no lo acepte el Gobierno) que la crisis económica, en buena parte, se debe al derroche de los recursos del país.