Las tres mujeres que dirigirán por dos años la Asamblea Nacional, visitaron el Palacio de Carondelet y dialogaron con el presidente Rafael Correa y varios de sus colaboradores. Este gesto, a más de protocolario (recordemos que antes cuando se instalaba el Congreso Nacional en su período ordinario, se enviaba una comisión de legisladores para comunicarle al Presidente de la República en funciones del inicio del trabajo legislativo), es una buena iniciativa, ya que permite que quienes dirigen dos funciones del poder público puedan organizar y enlazar una agenda de trabajo, tomando en cuenta que quien encabeza la Función Ejecutiva tiene el estatus constitucional de colegislador, y tiene la facultad de objetar (vetar) total o parcialmente proyectos de ley.
A más de lo señalado, hay que tomar en cuenta que más de cien asambleístas que conforman la mayoría son del mismo grupo político que lidera el Presidente; es decir, responden a un mismo proyecto político que ha sido reiteradamente apoyado en las urnas. Hay que olvidarse de aquella cantaleta de que el Legislativo es el primer “poder” del Estado.