El domingo de la semana anterior, al retornar a Quito por la Panamericana Sur, el número de automóviles fue tal, que en el tramo comprendido entre la bajada del páramo del Cotopaxi hasta Tambillo demoramos dos horas.
No era solamente el peaje sino los continuos semáforos los que entorpecieron la circulación. ¿De qué valen tan lindas carreteras si en un trayecto que normalmente puede tardar quince minutos los conductores se toman dos horas?
El viaje se torna pesado hasta la desesperación. Es hora de que el Gobierno Nacional emprenda en un plan serio para construir túneles o pasos laterales que supriman los semáforos en la entrada de los centros poblados, como corresponde a cualquier carretera de primera magnitud.
Sabemos que es una obra costosa pero el tiempo y la calidad de vida de los conductores bien vale la pena y es de esperar una inversión de esta naturaleza. El presupuesto debe hacerse y empezar las obras ya.