Los imperativos del orden internacional vigente, señalan la necesidad de incrementar el poder de negociación mediante la consolidación de bloques estratégicos entre Estados; en este sentido se ha proyectado el bloque de Unasur, como simiente de un nuevo esquema de estructura subregional, que posibilite una acción concertada, soberana e independiente del proteccionismo norteamericano.
Por ello hay que entender que Unasur es una asociación de Estados plenamente soberanos, pero los hechos y proclamas emitidos con oportunidad de la destitución del presidente Lugo de Paraguay, dan a entender como que Unasur es una especie de club de presidentes, que han conformado esta unión con el objetivo principal de defenderse mutuamente de las amenazas desestabilizadoras -internas o externas- y aquí la gran equivocación o el grave desvío, porque el momento en que Unasur deja de ser una organización interestatal, para degenerar en un simple club de presidentes, está condenada, irremediablemente, al fracaso, a la inanición y a la simple retórica. Qué pena que al fragor de los totalitarismos nos olvidemos de dos principios básicos del Derecho Internacional Americano: 1) respeto a la autodeterminación de los pueblos y 2) no intervención.