Escuchando a Neil de Grasse Tyson, sucesor espiritual de Carl Sagan, deseo compartir con el lector esta reflexión. Las fronteras de la ciencia son usualmente expandidas con inversión estatal. Los primeros europeos en América, quienes expandieron las fronteras del universo conocido, fueron financiados por el Estado. La llegada del hombre a Luna fue lograda con fondos estatales.
El capital privado nunca llevará a la humanidad a nuevas fronteras de conocimiento porque el riesgo de la inversión no es cuantificable cuando no es posible determinar los peligros involucrados en la exploración de lo desconocido. Solo el dinero público puede invertir en empresas científicas de alto riesgo. En ciencia de frontera, el sector público provee dinero y el privado lo transforma, como los motores fabricados con fondos públicos para las misiones Apolo. Otra cosa es que exista la capacidad y voluntad de hacerlo bien, pero eso depende del capital humano en una sociedad.