Señores del Gobierno, que en todo este tiempo han viajado por el mundo y en aviones propios, que han estado en China muchas veces, cómo es posible que no solo hicieron un mal negocio sino que no se han dado cuenta que la grandeza, el crecimiento de ese inmenso país, sus carreteras, puentes, avenidas, edificaciones, florecientes negocios populares y lujosos, impresionante iluminación nocturna, enormes teatros en los que se aprecia el arte, lujo y belleza de los espectáculos, el grandioso poderío logrado se debe a algo muy lógico y simple: la apertura al capital.
Por desgracia, en nuestro querido país, el Gobierno ha decidido que sus equivocaciones son palabra sagrada.